En épocas de facebook, de twitter, de mails y de todos aquellos medios en los que aparentemente estamos más y más comunicados, creo yo, que estamos cada vez más solos, todo el mundo vive eternos momentos de soledad en los que se comparte con uno mismo y en su cabeza.
En los trabajos nadie se comunica, en la calle todo el mundo anda como sin sentido y hablando solo, en el ascensor cuando la gente se encuentra con alguien que no conoce y que circunstancialmente le toca ser compañero de viaje por apenas tres pisos da terror y mirar a los ojos a alguien que no se conoce es comparable a un precipicio.
En épocas en las que la falta de valores es una moneda corriente y en un momento en el que defender a alguien por qué uno lo considera su amigo te convierte en un buchón y mala leche, es un momento en el que habría que ponerse a pensar que clase de sociedad queremos para los chicos que vienen atrás nuestro.
Hay que volver a las fuentes, poder mirarse a la cara, sonreir de manera franca y sincera, que lo único importante no sea el dinero ni el poder tener éxito más que los demás, que lo único que hace es que seamos peores personas.
A veces cuesta tomar decisiones que te alejan del inconciente colectivo reinante pero siempre hay que pensar que por más que esas decisiones te lleven a sincerarte, harán que cada día serás más vos.
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